Despertar

• Género. Escolar,vida cotidiana.
• Clasificación. Todas las edades
• Total de capítulos. Solo este.

Los rayos del sol acariciaban a la ciudad despertando del letargo producido por el manto de la noche. Como era de costumbre en aquel país, la mayoría ya había estado preparado antes de que no fuera necesario usar las lámparas; para ser más especifico se escuchaba el resonar de las bocinas que penetraban con fuerza en los oídos de la gente alrededor de esa forma, lo finalmente terminaba en gritos de quejas para que dejaran de armar aquel alboroto; que irónicamente provocaba más ruido.
En esos instantes, la joven de dieciséis agradecía que su instituto fuera cerca de una zona residencial tranquila aun para estar cerca de una de las autopistas transitadas de sobremanera en la capital. Era posible que hubiera estridencia de lo que la chica notará, pero tenía la particularidad de que al meterse en su mundo le costaba ver qué pasaba a su alrededor en el estado físico; la acción era particularmente fácil cuando escuchaba música y tenía un libro.  
Era el estado previo a las clases, el chance que tenían los alumnos de llegar antes de que las mismas comenzarán; curiosamente por distintos motivos una minoría entraba tarde lo que terminaba en regaños, sanciones o aun mas retardos; sin duda el sector educativo tenía varias incoherencias. Algunos se preguntarían, ¿Qué hace una muchacha en plena adolescencia plantada en un estado lejos del mundo en un momento tan preciado para cotorrear? La respuesta era igual de singular que la propia: realmente lo prefería así.
Su vida no era trágica, pudo ser realmente mucho peor; he de ahí porque la misma se denominaba una quejica; siendo el menor de los apelativos negativos que se dirigía a sí misma. Como vil cobarde, prefería escapar de la realidad; metiendo su nariz en libros con voces que acallaran esa dimensión desagradable para ella.
Por breves momentos decidió que por interesante que fuera el libro, valía la pena apreciar la “poca” belleza que ese mundo que odiaba poseía, era especialmente atractivo un alto árbol donde unas avecillas volaban sin cesar. Se concentro en su música a la vez que pensaba en temas con tan poca importancia que saltaba de uno en otro.
En eso pensó en el libro que leía, en la sinfonía que escuchaba, en las palabras que escribía al estar inspirada, en la persona que estaba enamorada, y en el amigo que siempre la apoyaba. Y ahí, en segundos donde el tiempo no surtió efecto; lo notó como una revelación que por obvia que fuera, al fin veía ante sus ojos.
Por fin, al no hacer caso del mundo que le rodeaba, a lo que pensaría la gente al ver y no concentrarse en proyectar cierta imagen; para medir en aquello que gustaba y amaba; lo supo. Era feliz, una vez que dejaba de automenospreciarse por no ser suficiente para la sociedad; es que logró saber que esos detalles que eran parte de su vida, era todo lo que necesitaba para alcanzar la alegría.

Fue un relato sencillo y de agradable lectura. La vida del protagonista es tranquila, en una cotidianidad normal como la que día a día viven millones de personas en el mundo. Tienes una buena ortografía y narración, lo que me alegra mucho. Siendo sincera, lo que en verdad me encantó fue la oración del final. Es hermosa mires por donde mires, además de enganchadora y perfecta para un cierre perfecto. También me pareció completamente cierta, pues hasta me dieron ganas de despertar y romper mis propias murallas que me mantienen prisionera.

Lindo escrito.

Siempre he encontrado admirable cuando una persona es capaz de soltarse de su propia sombra y avanzar, porque a veces no es nadie más que nosotros mismos los que decidimos hacer la tormenta en el vaso de agua.

Vi creo uno o dos dedazos, si vuelves a leer los encontrarás y podrás corregirlos, nada grave.

Saludos.