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El camino
2 participantes
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El camino
- Género: Misterio. Basado en SCP-745 "The Headlights", de Sorts.
- Clasificación: ATP.
- Total de capítulos: 1.
EL CAMINO
El árido camino de tierra, antaño el más transitado del estado, siente otra vez sobre sí el peso y la potencia de un sedán cuyo temerario conductor se atrevió a aventurarse a través de él. Bajo el manto negro de la noche, el vehículo rompe con un silencio que ha reinado durante varios años. El hambre de aventura o quizás sólo una mala decisión llevaron al hombre hasta este lugar olvidado, apartado de todo rastro de humanidad. El interior del auto parece ser el único hábitat capaz de albergar vida a kilómetros a la redonda. En el asiento trasero, la única hija del matrimonio duerme, ajena al lugar y a la situación en la cual están inmersos.
Ya han pasado varias horas desde la última vez que vieron otro vehículo. El camino es un desierto en sí mismo: no hay vallado ni alumbrado de ningún tipo alrededor. Las únicas fuentes de luz en todo el lugar son las del mismo auto, sumadas al tenue pero persistente resplandor lunar. De pronto, desde el sepulcral silencio y del corazón mismo de la lóbrega penumbra se oye el inconfundible rugido de un motor, justo detrás de ellos. Al mismo tiempo, y esta vez delante del vehículo, un par de potentes lumbreras arremeten contra el sedán. La producción de adrenalina se dispara y al conductor le tiemblan las piernas. Desde sus poros comienza a brotar el sudor. La presencia de ambas entidades rodeando el coche familiar lo inunda de incertidumbre: sabe que si mantiene la misma trayectoria, inevitablemente impactará con el objeto que asalta por el frente; pero al mismo tiempo, sabe que frenar bruscamente tampoco es una idea brillante.
El conductor gira su cabeza temeroso buscando la mirada de su esposa, más no la halla. Su corazón se salta un latido antes de recordar que ella se encontraba en el asiento trasero junto a su hija. El rugido del motor se ha vuelto más fuerte, revelando el hecho de que se está acercando cada vez más. Asimismo lo ha hecho el objeto que viene de frente, el cual debe encontrarse ahora a unos 500 metros de distancia. A la velocidad que mantiene no tardará más de diez segundos en impactar contra dicho objeto, pero cada vez que se arma de valor e intenta reducir la marcha, el infernal rugido del motor se intensifica y lo disuade.
Los segundos van muriendo uno tras otro y la situación es cada vez más peliaguda: el objeto se encuentra ahora a unos 250 metros y el rugido del motor es tan intenso que suena como si una manada de soberbios leones estuvieran corriendo a la par del sedán. En medio de esa bestial composición puede percibirse un ápice de humanidad, un leve susurro. Una débil voz humana comienza a acapararse de los rugidos, los cuales van cediendo terreno. El conductor se niega a voltear, pero oye atentamente. La voz continúa acaparando, conquistando, dominando a los rugidos, relegándolos y tomando el protagonismo de la brutal orquesta. El objeto se encuentra a unos escasos 100 metros.
El conductor siente que sus fuerzas lo abandonan y lentamente comienza a disminuir la presión sobre el acelerador. Sabe que no doblará, ni mantendrá su velocidad, ni se detendrá de forma brusca. Cierra sus ojos. Se resigna por completo a luchar, a la vez que siente cómo la oscuridad lo consume lentamente.
Es entonces cuando logra oír con mayor claridad la voz que dirige el coro de rugidos. Lo que antes parecía un canto, ahora sonaba como una advertencia, repitiéndose una y otra vez. Abre sus ojos y la oscuridad se desvanece, revelando que el objeto está a menos de 50 metros. ¿Por qué se dejó estar? ¿Por qué se entregó sin luchar? Siente la voz retumbar en lo más profundo de su ser: “no te detengas.”
Echa todo su peso sobre el acelerador y el sedán incrementa su velocidad. No sabe muy bien por qué lo hace, pero prefiere enfrentarlo a morir como un cobarde. Inesperadamente, cuando el sedán está a punto de impactar el objeto, ambas lumbreras se separan a una velocidad impresionante, evadiendo la colisión y pasando a toda velocidad por ambos lados del sedán. El conductor gira su cabeza osadamente, buscando con la vista el origen del rugido. Sus ojos cansados se tropiezan con una silueta en medio de la penumbra. Ambos vehículos se encuentran circulando a la par en medio del desolado camino.
—Usted no tiene nada que hacer aquí —dice la silueta con una voz gélida y abúlica.
Las palabras atacan como venablos de oscuridad, incrustándose en el alma del conductor. Intenta hablar, pero sus cuerdas no logran siquiera producir vibración alguna.
—Ya está amaneciendo. —continúa— Le diré lo que debe hacer: cuando salga el sol, volverá por donde vino y nunca más regresará a esta ruta. Solo así estará a salvo. ¿Ha entendido?
Su presión arterial vuelve a los límites normales, la producción de adrenalina se reduce y finalmente puede pensar con claridad. Inspira hondo e intenta contestar:
—S... si.
El manto negro que reina el cielo se resquebraja. Pronto el sol saldrá por el horizonte y vencerá inevitablemente al ejército de las tinieblas. La claridad del día gana terreno y los alrededores se vislumbran con mayor nitidez. La silueta le informa al conductor que es seguro detenerse ahora.
En su rostro comienzan a surgir rasgos humanos: una cabellera negra como la oscuridad que segundo a segundo moría alrededor; una particular nariz griega; ojos grises, vívidos y penetrantes. Es un rostro completamente fresco y rebosante de juventud. Relame sus finos y secos labios, a la vez que lanza una advertencia final:
—Y si realmente aprecia las personas que le acompañan en ese auto, será mejor que lo que ha visto se lo guarde para usted.
El sol se asoma victorioso, alzándose sobre los cuerpos de los enemigos caídos. La silueta, que ya no es tal, se dispone a internarse aún más en la ruta, aprovechando el abrigo de la luz diurna. El conductor hace lo propio: enciende nuevamente el motor y comienza a dar marcha atrás, preparándose para volver sobre sus pasos. Es entonces cuando siente la necesidad, el impulso. Se baja del sedán y se acerca con paso firme y decidido a la ventanilla del otro coche. Sus ojos se encuentran nuevamente con los de la silueta y desde el punto más profundo de su ser formula una pregunta que bajo otras circunstancias nunca se hubiera atrevido:
—¿Cuál es tu nombre?
La silueta sonríe dejando ver un lado hasta hace unos minutos impensado y con la misma serenidad contesta:
—Soy Alan.
La ventanilla se levanta y el conductor se aleja del coche, mientras que éste comienza a andar por la ruta. Se queda inmóvil observándolo hasta mucho después de que se desvanece en la inmensidad del horizonte. Frota sus ojos, cansado, y emprende el regreso hacia su sedán dejando escapar un pequeño susurro:
—Gracias.
Última edición por Jonalencio el Vie Mayo 09, 2014 9:18 pm, editado 2 veces (Razón : Pequeña corrección de un error de tipo.)
Jonalencio-
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Re: El camino
Debo confesar que me enganchaste desde el primer párrafo. Tienes un léxico formidable, además de una gran manera de expresar en la narración cada acontecimiento que se va desarrollando. Es un escrito muy bien estructurado, para nada simple, a mi parecer, y que a pesar de ello permite que el lector comprenda todo a la perfección. Te has ganado mi admiración. El talento que tienes se hace notable en el manejo que le das tanto a la narración como a la redacción. Por otra parte, tu ortografía también es impecable. Sin embargo, tuviste un pequeño dedazo que me permito citar:
Es una falla mínima, pero hay que tenerla en cuenta.
Aunque he de decir que sigo un poco perdida, pues nunca he leído nada que abarque el género de misterio, con respecto a qué pasó en el auto y quién era el tal Alan. ¿Qué era aquél peligro y por qué no debía volver a encaminarse el hombre por ahí? Es una intriga que me dejó con un sabor agradable el la boca. Pasé un buen reta sumergida en la lectura. Te agradezco por habérmelo permitido con tu escrito, y espero que sigas compartiendo con nosotros tus relatos.
Oh, una última cosa. No es necesario que coloques [One-shot] en el título del tema. Para eso son los iconos que IS le facilita a los usuarios.
Saludos.
El camino escribió:El interior del auto parecer ser el único hábitat capaz de albergar vida a kilómetros a la redonda.
Es una falla mínima, pero hay que tenerla en cuenta.
Aunque he de decir que sigo un poco perdida, pues nunca he leído nada que abarque el género de misterio, con respecto a qué pasó en el auto y quién era el tal Alan. ¿Qué era aquél peligro y por qué no debía volver a encaminarse el hombre por ahí? Es una intriga que me dejó con un sabor agradable el la boca. Pasé un buen reta sumergida en la lectura. Te agradezco por habérmelo permitido con tu escrito, y espero que sigas compartiendo con nosotros tus relatos.
Oh, una última cosa. No es necesario que coloques [One-shot] en el título del tema. Para eso son los iconos que IS le facilita a los usuarios.
Saludos.
Re: El camino
Muchas gracias por tomarte el tiempo de leer. Lo que me decís realmente me alienta mucho a seguir escribiendo.
Con respecto al error, es algo que suele pasarme: escribo muy apurado y en esta ocasión se me fue un poco el dedo. Eso sumado a que no sea un error ortográfico y por ende el procesador de texto no lo marque como tal.
Y finalmente, con respecto a las dudas sobre la identidad de Alan, he de decir que esta idea llevaba un rato dándome vueltas por la cabeza y que no te sorprenda si lo volviera un personaje recurrente en One-shots posteriores. ¿Quién sabe? Tal vez hasta se me dé por hacer un Long Fic, solo el tiempo lo dirá.
Muchas gracias nuevamente por tu tiempo n.n
Con respecto al error, es algo que suele pasarme: escribo muy apurado y en esta ocasión se me fue un poco el dedo. Eso sumado a que no sea un error ortográfico y por ende el procesador de texto no lo marque como tal.
Y finalmente, con respecto a las dudas sobre la identidad de Alan, he de decir que esta idea llevaba un rato dándome vueltas por la cabeza y que no te sorprenda si lo volviera un personaje recurrente en One-shots posteriores. ¿Quién sabe? Tal vez hasta se me dé por hacer un Long Fic, solo el tiempo lo dirá.
Muchas gracias nuevamente por tu tiempo n.n
Jonalencio-
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