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Vampyres

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Long Fic Vampyres

Mensaje por Kayr Mar Mayo 20, 2014 10:08 pm

Título. Vampyres
Tipo. Long Fic
Género. General
Clasificación. +13
Advertencias. Posible muerte de un personaje.
Total de capítulos. 1
Estado. En proceso


Capítulo 1.
A lo largo de la historia se han sucedido considerables crímenes que han ido siendo ocultados a todas aquellas personas que eran ajenas a la Iglesia. El miedo ha reinado en las pequeñas aldeas que durante generaciones habían sido visitadas por aquellos que se hacían llamar Nosferatu. Se conocía con este nombre a una organización que, bajo el yugo de la Iglesia, se dedicaba a eliminar de la Tierra a todos aquellos seres que pertenecían al linaje de demonios más desconocido pero real, los Vampyres. Hombres y mujeres entrenados desde muy pequeños y preparados para toda clase de situaciones, preparados para matar o morir.
Año 1888. Londres, Inglaterra.
El oscuro y nublado cielo reinaba la silenciosa y terrorífica noche de Londres. La escasa luz de las viejas farolas que llegaba de las calles principales apenas iluminaba las pequeñas callejuelas entre los altos y modernos edificios, mientras que el frío calaba hondo en todas aquellas pobres personas que todavía no habían podido llegar a casa –o que no tenían hogar al que regresar–. No se veía a mucha gente que se atreviese a caminar por esas calles a semejante hora de la madrugada –aparte de los viejos vagabundos, algunos animales callejeros y un par de policías que habían tenido que dejar la comodidad de sus chimeneas para hacer guardia–.
El fuerte y característico sonido de pisadas se hizo presente por una de esas estrechas callejuelas londinenses mientras que unas pequeñas y heladas gotas de lluvia comenzaban a chocar contra el suelo. Esto provocó que uno de los ancianos que dormían a la intemperie de la calle comenzase a entreabrir uno de sus cansados ojos debido al frío, pudiendo ver así a una joven que caminaba con pasos rápidos e inseguros. Le dirigió apenas una mirada al anciano, pensando que todavía dormía, y pasó de largo continuando con su camino sin detenerse. Una brisa fría recorrió el callejón e hizo que tratase de abrigarse con el grueso chaquetón que la cubría. Entre la oscuridad, al mirar nuevamente hacia atrás, pudo apreciar un destello rojizo que logró sobresaltarla. Había algo ahí. Se asustó, los reportes policiales en el periódico informaban que habían descubierto que un asesino en serie había comenzado a asesinar mujeres en las calles de Londres. Se abrazó tratando de mantener el calor dentro de sí misma y sintió que un escalofrío recorría su espalda en sentido ascendente.
No era la primera vez que pasaba por ahí para volver a casa, pero sí que era la primera vez que lo hacía tan entrada la noche. Se le había hecho demasiado tarde en el trabajo, se dijo, tendría que hablar con su padre para que su prometido fuera a recogerla la próxima vez. No estaba bien visto que una dama fuera sola por la calle a esas horas de la noche. La muchacha, de largos cabellos castaños, apuró el paso deseando llegar a su cálido hogar prontamente. Su superior le había afirmado que debía estar agradecida con que la hubiera tomado como aprendiza, por lo que debía realizar todos los trabajos sin apenas quejas. Además todos los hombres la trataban como si no se tratase de nada más que una esclava.
Sintiéndose frustrada, apretó los puños y aceleró. Con el ceño fruncido maldijo por lo bajo mientras apretaba contra su cuerpo el grueso chaquetón que la hacía mantenerse en calor. Otro escalofrío recorrió su columna y a la par se sintió observada. La lluvia comenzó en ese momento a caer con más fuerza contra el suelo, haciendo que el sonido se tornara infernal para ella. Detuvo sus pasos durante apenas un instante para poder observar todo lo que la rodeaba. Lo único que podía ver era al viejo que dormía, oculto bajo un balcón, sobre un delgado cartón. Se sintió tentada de volver y cubrir al viejo con su chaquetón, pero de pronto volvió a aparecer ese resplandor rojizo que hizo que diera un par de pasos hacia detrás. No pudo retroceder más, ya que sintió como su espalda chocaba contra algo duro. Una pared, se dijo tratando de serenar su respiración. Se dio la vuelta rápidamente encontrándose de frente con un abrigo marrón. La sangre comenzó a correr furiosamente en sus venas ante el miedo. Dejó que un grito escapase de sus labios al sentir como el extraño la tomaba firmemente del cuello y, apartando todo lo que se encontraba en su camino, desgarraba la carne de su cuello. Notó como su sangre se volvía cada vez más densa en las venas, haciendo que todos y cada uno de los latidos se convirtieran en una auténtica tortura. Trató con todas sus fuerzas de alejar a aquel que la mantenía presa en un abrazo mortal que hacía que su cuerpo se debilitase cada vez más. Llegó un momento que se sintió desfallecer por culpa del dolor y esto hizo que dejase de pelear contra su captor, mas el sufrimiento no abandonaba su cuerpo.
Antes de que la vida abandonase completamente sus ojos pudo ver como la sombra bajaba la mirada, mostrándole unos iris inhumanamente rojos con un gesto lleno de satisfacción. Finalmente el asesino la había encontrado, se dijo, ya no tendría que fingir más ni sufrir. Lo único de lo que se arrepentía era de no poder despedirse de su amado prometido y de su padre. Una lágrima se deslizó por su rostro justo antes de ser lanzada contra el suelo, ya muerta. Su cuerpo había sido completamente vaciado de sangre y sus ojos abiertos no mostraban otro sentimiento que no fuera miedo. No debía tener piedad, se dijo el demonio que fríamente miraba el cuerpo de la joven, apenas habría un humano menos.
—Qué descanses en paz —comentó con cinismo y una sonrisa irónica. Se dio la vuelta dejando a la mujer tirada en el suelo—... en el infierno.
Desde las sombras, alguien observaba toda la escena. Siempre era lo mismo, se dijo, se levantaba en mitad de la noche y buscaba una presa. Luego la seguía y en el momento en el que estuviera sola... se la comía, literalmente hablando. Todo era parte de una vieja rutina. Él era el todopoderoso Christopher Grover. Pertenecía a una antiquísima familia en la que siempre le habían enseñado a despreciar a los humanos. Para él los seres humanos no eran más que seres inferiores que no merecían ningún tipo de respeto. El chico se dio la vuelta, haciendo que la capa que portaba volase unos centímetros. Se alejó con paso lento pero decidido, dejando atrás el cuerpo de la mujer y a un dormido vagabundo.
Al día siguiente, en todos los periódicos se hablaba de los recientes casos de asesinatos de jóvenes. Parecía que dos nuevos asesinos en serie habían aparecido y nadie podía imaginarse lo que venía sobre Londres. La policía trataba de encontrar a la persona –o personas– que había hecho esto, encontrando en su camino solamente pistas que no llevaban a ninguna parte. Finalmente cerraron esta serie de crímenes, centrándose solamente en los del ahora conocido como Jack the Ripper.
Año 1998. Londres, Inglaterra.
La sombra de un joven se movió con elegancia entre la oscuridad de la calle, dejando ver de esta forma el cuerpo sin vida de una mujer joven. Esa noche no había salido de la forma en la que él la había planeado, había tenido la oportunidad de probar la sangre más deliciosa que había sentido en toda su vida. A su vez, se había apiadado de la vida de un simple humano, desobedeciendo así la sagrada ley de su familia. Él había comenzado a caminar, cuando el agudo llanto de una niña humana se abrió paso por el silencio de la calle. La fría lluvia comenzó a caer sobre su cabeza, repiqueteando en el suelo y haciendo que el ambiente pareciera más frío y condensado.
Notó pronto como algo ligero trataba de tirar de la parte baja de su pantalón sin apenas fuerza. Las diminutas manitas de una niña se mantenían agarradas a él cuando bajó la mirada. Trató de encontrar los ojos de la pequeña e infundirle lo mismo que a todos, miedo, pero cuando sus miradas se cruzaron la pequeña lo dejó sorprendido durante un momento. Eran los ojos más grandes y expresivos que había podido leer en todo el tiempo que se había mantenido con vida, y estaban abnegados en lágrimas. La pequeña infanta no tendría más de cinco años, se dijo, y la sangre más apetecible era la que corría por sus venas.
Un destello brillante y blanco se pudo apreciar entre sus labios cuando de su pecho brotó un grave gruñido que contenía una advertencia hacia ella. Al mirarla su mente le dijo que no había sido más que un idiota al perdonarle la vida a la pequeña y se enumeró a sí mismo mil formas de asesinarla. La tomó en brazos, con la primera intención de quebrar su dulce cuello y beber hasta dejar completamente secas sus venas. Las pequeñas coletas, en las que había sido cepillado su cabello, volaron levemente y el aroma de su sangre rodeó al demonio, haciendo que nuevamente el hambre se abriese paso en él. La niña estiró sus bracitos, estando a la misma altura que él, con la intención de rodear el cuello del hombre. Él, por el contrario, la alejó y fijó sus ojos en las marcas que anteriormente habían dejado sus colmillos en la fina y delicada piel de la chiquilla. Negó con la cabeza, guardando dentro de sí las ganas de acabar ahí mismo con su vida, queriendo probar nuevamente la sangre de esa muchachita.
Permitió que su mente divagase durante unos minutos, mientras que sus ojos se mantenían fijos en la pequeña y redonda cara de la niña. Se pasó la lengua por los labios, admirando todavía los grandes y expresivos ojos verdes que le devolvían una mirada valiente y sin miedo. No le llegaba más arriba de la cintura y llevaba un pequeño vestido verde que le llegaba por las rodillas.
La niña estiró sus bracitos nuevamente, tratando de pedir algo de consuelo al muchacho que la mantenía suspendida en el aire. En ese momento el demonio se dio cuenta de algo que hizo que se sorprendiera, la muchacha no le temía sino que buscaba su protección contra algo que solo ella conocía. Un pequeño sollozo escapó de los labios de la pequeña al sentir nuevamente el suelo bajo sus pies. Elevó la mirada, tratando de encontrarse con los ojos rojos del hombre. Pronto comenzó a sentir su cuerpo pesado y una voz en su mente que la instaba a dormir. Usando las pocas fuerzas que le quedaban trató de acercarse al cuerpo de su progenitora, ya muerta, para poder recostarse sobre su pecho. Pero no logró llegar, cayó rendida sobre el piso mojado mientras que la lluvia chocaba contra su espalda.
Al ver que ya no se movería, el joven la tomó en brazos y la llevó bajo uno de los balcones que mantenían secas las orillas de la callejuela, depositándola allí y esperando que alguien la hallase. Se aseguró de que el sombrero que llevaba se encontrase en su correcta posición, cubriendo su rostro, y emprendió su camino fuera de la escena del crimen. Mientras caminaba permitió que un pensamiento se colara y rondase por su mente. Finalmente salió del callejón, dejando que la escasa luz de una de las farolas que habían instalado diese de lleno en su pálido rostro.
Kayr
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