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¿Habrá alguien que entenderá...?
3 participantes
:: Other Theme :: Originales
Página 1 de 1.
¿Habrá alguien que entenderá...?
Género: Drama.
Clasificación: +16
Total Capítulos: 1.
El espejo siempre le mostraba una imagen completa de su cuerpo, flácido y pálido, sin color ni vida. No estaba, al fin y al cabo, viva dentro de ella misma. Se sentía vacía, y la mirada perdida en sus ojos era sólo el retrato de un sentimiento interior nulo. No comía ni sonreía, los consideraba sólo placeres externos que no se merecía, ni tampoco los ansiaba. Y eso se veía reflejado en ella misma, con sus huesos marcados bajo la piel que milagrosamente los cubría y facciones abandonadas. Ya había pasado un tiempo desde la última vez que debajo de sus ojos no se mostraba el oscuro de sus ojeras o que sus labios no se quebraran por la resequedad.
¿Qué era la vida para ella? Era esa persona que no conocía lo que era sentir emoción ni pasión. Caminaba por los pasillos de su instituto, las personas rodeándola, pero no era notada. Estaba ahí, con la cabeza gacha y los cabellos cubriéndole el rostro, se escurría por entre la gente como una sombra andante, que existía detrás de cualquier persona sin llegar a ser nombrada. Posiblemente nadie en ese lugar llegase a saber su nombre de verdad, pues ella sólo era un ente efímero; se encontraba allí de forma carnal, pero ¿eso que importaba? Al fin y al cabo, su alma, su vida, no estaba ahí.
Aunque en un principio se sentía asqueada al estar rodeada de seres vivientes, capaces sólo de hacer ruido y lastimar sus oídos con sus interminables palabras o cuentos de una vida fantástica llena de emoción, ya había dejado de sentir. Un tiempo había pasado desde la última vez que sintió esas ganas de vomitar; de correr lejos y esconderse de las personas que la atormentaban, de dejar de escuchar esas idioteces llenas de frenesí que nunca lograría experimentar. Porque no significaban nada; ella parecía ser la única que había admitido la crueldad de la verdad: La vida no era más que una emoción fugaz, que se escurría de tus manos desde el momento en que nacías. No tenía significado, porque estaba vacía. No era nada.
.
No alzó la cabeza cuando el profesor la llamó; nunca lo hacía. Y, nuevamente, esa pobre criatura que no existía, no había asistido a clase. Así de sencillo eran sus días—pretender no estar, y los demás pretendían que ella no estaba. Después de un tiempo, habían llegado a ese silencioso acuerdo mutuo de coexistencia donde nadie más saldría lastimado.
Aunque, muy tarde, ella ya estaba lastimada. Y nadie podría salvarla.
.
«Casi he olvidado el sabor de los miedos. Hubo un tiempo en que mis sentidos se enfriaban al oír un grito en la noche, y el pelo se me erizaba por un relato de miedo y se agitaba como si tuviera vida propia. Me he atiborrado de horrores. Lo espantoso, familiar a mis pensamientos carniceros, ya no puede sobresaltarme más.»
Recitó a Shakespeare mientras su sangre emanaba de su cuerpo como un río rojizo y su voz era interrumpida constantemente por los golpes que recibía en su boca. Los recibía sin defenderse; no gritaba, no suplicaba por su vida. Sólo se aferraba a ese libro que contenía las verdades que nadie más se atrevía a aceptar. ¡Ella, quien nunca había vivido, se sentía comprendida por alguien muerto! Rio como nunca lo había hecho, una risa sin alegría ni emoción. Sólo como un sonido macabro saliendo de su garganta.
Ellos se asustaron. No entendían la mente de esa pobre joven que habían encontrado y maltratado. Estaba al borde de la muerte, con su cara desfigurada y sus brazos torcidos como un cadáver violentado. Pero seguía ahí, viva de alguna manera y riéndose, como si la muerte no le atormentara. Se reía de ellos, de la vida, de la muerte, pero ellos no entendían, porque nunca lograrían entender a alguien que nunca había vivido pero que tampoco había muerto.
Se levantó; sus piernas temblaban, incapaces de soportar el poco peso que su cuerpo era. Y se acercó a sus agresores con pasos torcidos; el largo de los pies apuntando a donde no deberían, sus rodillas dobladas y con la mitad del cuerpo colgándole de un lado. Ellos retrocedieron, asustados. Pero para ella eso sólo fue su motivación; ¡era tan hermoso ver cómo le temían! Quería hacerlos sentir esos momentos de angustia y dolor que alguna vez había pasado, pero que su mente había olvidado como sentir. Tanto tiempo había pasado desde que temió la muerte que no entendía como aún no había llegado a ella para abrazarla con su manto oscuro de la tranquilidad eterna.
Tal vez, si lograba que dejasen de lado esa necesidad inútil de seguir las reglas de la vida, podrían comprenderla. ¿A quién le importaría las reglas de una sociedad que se limitaba una vez que hubieran probado ese sentimiento de poder que sentía? No estaba atada a nada, ni nada la restringía.
Había entendido su misión; la única razón por la cual esa criatura podrida había traído al mundo un ente sin vida como lo era ella.
.
— Sólo con que hubiera muerto una hora antes de esto habría gozado de un tiempo dichoso, pues de aquí en adelante no hay nada serio en la mortalidad. No hay más que burla. La fama y la gracia están muertas. Se ha secado el vino de la vida, y bajo esta bóveda no quedan más que heces, para mofarse —recitó, con su voz seca y partida. Sin expresión alguna.
Se agachó torpemente para recoger su libro. Las grandes letras en negro en la portada que decían «MACBETH» le parecieron lejanas, y sin embargo, parte de ese poder ilimitado que poseía dentro de ella. Poseía la verdad detrás del mundo, algo que sólo un desafortunado escritor había logrado entender hacía muchos años. No se podía explicar en palabras, sólo se podía entender desde el fondo; pero él había logrado expresar en letras parte de esa verdad.
Las gotas de sangre que manchaban las blancas páginas le desilusionaron. Había arruinado su preciado libro, uno que había sido dañado con la tinta de la vida de esas criaturas que se habían negado a entender. Era una pena que se hubiera dañado, pensó. Pero podía seguir leyéndolo en su travesía en la búsqueda de alguien que sí la entendiera.
Lentamente, se fue alejando de aquel callejón oscuro en la que momentos antes habían intentado matarla de nuevo. No miró atrás, donde un par de cadáveres contaminaban su vista con sus cuerpos sangrientos y sucios. Ella no sintió nada al verlos ahí. No valían nada. Eran criaturas que no querían entenderla, y por eso había tenido que eliminarlos de su lista. Su existencia ya no se necesitaba más en el mundo.
Sus palabras, tomando la poesía de Shakespeare, había sido lo último que habían escuchado. Con eso arderían en el infierno, lamentando su ingenuidad e ignorancia.
Y algún día todos los harían, porque ella, esa joven que había vivido sin vida, iría por el mundo por entre las sombras, buscando a alguien que la entendiera. Alguien que no negara la verdad. Y quien no, moriría con las crueles palabras de Shakespeare en sus oídos para arder en el infierno.
.
Clasificación: +16
Total Capítulos: 1.
- Notas de Autor:
- Este es un One-Shot escrito para la actividad Bloody Entertainment.
También, pongo aquí algo que me parece importa: Todos los derechos de autor a William Shakespeare, al cual aprecio con toda mi alma y respeto, por las frases que estén citadas. Todas pertenecen a una de sus tragedias, Macbeth.
¿Habrá alguien que entenderá...?
«La vida no es más que una sombra andante, un pobre actor que se agita y jacta durante su tiempo en escena, y después no se oye más. Es un cuento que cuenta un idiota, lleno de ruido y de furia, cuyo significado es nada.» El espejo siempre le mostraba una imagen completa de su cuerpo, flácido y pálido, sin color ni vida. No estaba, al fin y al cabo, viva dentro de ella misma. Se sentía vacía, y la mirada perdida en sus ojos era sólo el retrato de un sentimiento interior nulo. No comía ni sonreía, los consideraba sólo placeres externos que no se merecía, ni tampoco los ansiaba. Y eso se veía reflejado en ella misma, con sus huesos marcados bajo la piel que milagrosamente los cubría y facciones abandonadas. Ya había pasado un tiempo desde la última vez que debajo de sus ojos no se mostraba el oscuro de sus ojeras o que sus labios no se quebraran por la resequedad.
¿Qué era la vida para ella? Era esa persona que no conocía lo que era sentir emoción ni pasión. Caminaba por los pasillos de su instituto, las personas rodeándola, pero no era notada. Estaba ahí, con la cabeza gacha y los cabellos cubriéndole el rostro, se escurría por entre la gente como una sombra andante, que existía detrás de cualquier persona sin llegar a ser nombrada. Posiblemente nadie en ese lugar llegase a saber su nombre de verdad, pues ella sólo era un ente efímero; se encontraba allí de forma carnal, pero ¿eso que importaba? Al fin y al cabo, su alma, su vida, no estaba ahí.
Aunque en un principio se sentía asqueada al estar rodeada de seres vivientes, capaces sólo de hacer ruido y lastimar sus oídos con sus interminables palabras o cuentos de una vida fantástica llena de emoción, ya había dejado de sentir. Un tiempo había pasado desde la última vez que sintió esas ganas de vomitar; de correr lejos y esconderse de las personas que la atormentaban, de dejar de escuchar esas idioteces llenas de frenesí que nunca lograría experimentar. Porque no significaban nada; ella parecía ser la única que había admitido la crueldad de la verdad: La vida no era más que una emoción fugaz, que se escurría de tus manos desde el momento en que nacías. No tenía significado, porque estaba vacía. No era nada.
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No alzó la cabeza cuando el profesor la llamó; nunca lo hacía. Y, nuevamente, esa pobre criatura que no existía, no había asistido a clase. Así de sencillo eran sus días—pretender no estar, y los demás pretendían que ella no estaba. Después de un tiempo, habían llegado a ese silencioso acuerdo mutuo de coexistencia donde nadie más saldría lastimado.
Aunque, muy tarde, ella ya estaba lastimada. Y nadie podría salvarla.
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«Casi he olvidado el sabor de los miedos. Hubo un tiempo en que mis sentidos se enfriaban al oír un grito en la noche, y el pelo se me erizaba por un relato de miedo y se agitaba como si tuviera vida propia. Me he atiborrado de horrores. Lo espantoso, familiar a mis pensamientos carniceros, ya no puede sobresaltarme más.»
Recitó a Shakespeare mientras su sangre emanaba de su cuerpo como un río rojizo y su voz era interrumpida constantemente por los golpes que recibía en su boca. Los recibía sin defenderse; no gritaba, no suplicaba por su vida. Sólo se aferraba a ese libro que contenía las verdades que nadie más se atrevía a aceptar. ¡Ella, quien nunca había vivido, se sentía comprendida por alguien muerto! Rio como nunca lo había hecho, una risa sin alegría ni emoción. Sólo como un sonido macabro saliendo de su garganta.
Ellos se asustaron. No entendían la mente de esa pobre joven que habían encontrado y maltratado. Estaba al borde de la muerte, con su cara desfigurada y sus brazos torcidos como un cadáver violentado. Pero seguía ahí, viva de alguna manera y riéndose, como si la muerte no le atormentara. Se reía de ellos, de la vida, de la muerte, pero ellos no entendían, porque nunca lograrían entender a alguien que nunca había vivido pero que tampoco había muerto.
Se levantó; sus piernas temblaban, incapaces de soportar el poco peso que su cuerpo era. Y se acercó a sus agresores con pasos torcidos; el largo de los pies apuntando a donde no deberían, sus rodillas dobladas y con la mitad del cuerpo colgándole de un lado. Ellos retrocedieron, asustados. Pero para ella eso sólo fue su motivación; ¡era tan hermoso ver cómo le temían! Quería hacerlos sentir esos momentos de angustia y dolor que alguna vez había pasado, pero que su mente había olvidado como sentir. Tanto tiempo había pasado desde que temió la muerte que no entendía como aún no había llegado a ella para abrazarla con su manto oscuro de la tranquilidad eterna.
Tal vez, si lograba que dejasen de lado esa necesidad inútil de seguir las reglas de la vida, podrían comprenderla. ¿A quién le importaría las reglas de una sociedad que se limitaba una vez que hubieran probado ese sentimiento de poder que sentía? No estaba atada a nada, ni nada la restringía.
Había entendido su misión; la única razón por la cual esa criatura podrida había traído al mundo un ente sin vida como lo era ella.
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— Sólo con que hubiera muerto una hora antes de esto habría gozado de un tiempo dichoso, pues de aquí en adelante no hay nada serio en la mortalidad. No hay más que burla. La fama y la gracia están muertas. Se ha secado el vino de la vida, y bajo esta bóveda no quedan más que heces, para mofarse —recitó, con su voz seca y partida. Sin expresión alguna.
Se agachó torpemente para recoger su libro. Las grandes letras en negro en la portada que decían «MACBETH» le parecieron lejanas, y sin embargo, parte de ese poder ilimitado que poseía dentro de ella. Poseía la verdad detrás del mundo, algo que sólo un desafortunado escritor había logrado entender hacía muchos años. No se podía explicar en palabras, sólo se podía entender desde el fondo; pero él había logrado expresar en letras parte de esa verdad.
Las gotas de sangre que manchaban las blancas páginas le desilusionaron. Había arruinado su preciado libro, uno que había sido dañado con la tinta de la vida de esas criaturas que se habían negado a entender. Era una pena que se hubiera dañado, pensó. Pero podía seguir leyéndolo en su travesía en la búsqueda de alguien que sí la entendiera.
Lentamente, se fue alejando de aquel callejón oscuro en la que momentos antes habían intentado matarla de nuevo. No miró atrás, donde un par de cadáveres contaminaban su vista con sus cuerpos sangrientos y sucios. Ella no sintió nada al verlos ahí. No valían nada. Eran criaturas que no querían entenderla, y por eso había tenido que eliminarlos de su lista. Su existencia ya no se necesitaba más en el mundo.
Sus palabras, tomando la poesía de Shakespeare, había sido lo último que habían escuchado. Con eso arderían en el infierno, lamentando su ingenuidad e ignorancia.
Y algún día todos los harían, porque ella, esa joven que había vivido sin vida, iría por el mundo por entre las sombras, buscando a alguien que la entendiera. Alguien que no negara la verdad. Y quien no, moriría con las crueles palabras de Shakespeare en sus oídos para arder en el infierno.
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«Me pareció oír una voz que gritaba: “¡No dormirás más…!
¡Macbeth ha asesinado el sueño!” ¡El inocente sueño, el sueño que
entreteje la enmarañada seda floja de los cuidados…! El sueño, muerte de la vida de cada día, baño reparador del duro trabajo, bálsamo de las almas heridas».
¿Habrá alguien que entenderá…?
¡Macbeth ha asesinado el sueño!” ¡El inocente sueño, el sueño que
entreteje la enmarañada seda floja de los cuidados…! El sueño, muerte de la vida de cada día, baño reparador del duro trabajo, bálsamo de las almas heridas».
¿Habrá alguien que entenderá…?
Alex Beckhamm-
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Re: ¿Habrá alguien que entenderá...?
Reitero por centésima vez que amo cómo escribes. Tienes mucha razón en que, más que acciones, te centras en los sentimientos que llega a despertar la historia que cuentes. Técnicamente estás muy bien, por no decir excelente, aunque tuviste uno o dos dedazos. Nada de lo que preocuparse, ya que no son errores colosales. Me pareció bien que catalogaras el escrito como drama, porque, y he de confesar, se centró principalmente eso. No despertó ese horror que era el objetivo de la actividad, mas agregaste un lado un poco bizarro que ayudó a que no perdiera por completo la esencia a alcanzar.
Me gustó que la trama no se centrara en la perspectiva de la típica escena de película en la que los chicos "normales", por decirlo así, son los protagonistas. En tu caso utilizaste como principal a una joven con sus propios problemas, y que es ella termina despertando todo a medida que va avanzando el desarrollo del escrito. Que busque ser comprendida a su modo es una razón triste y que se aparta del prototipo del anhelo de venganza. ¿De qué más puedo hablar? Ha sido agradable de leer y eso es lo importante.
Mi calificación: 9 / 10. Suerte con los otros jueces y gracias por haber participado.
Me gustó que la trama no se centrara en la perspectiva de la típica escena de película en la que los chicos "normales", por decirlo así, son los protagonistas. En tu caso utilizaste como principal a una joven con sus propios problemas, y que es ella termina despertando todo a medida que va avanzando el desarrollo del escrito. Que busque ser comprendida a su modo es una razón triste y que se aparta del prototipo del anhelo de venganza. ¿De qué más puedo hablar? Ha sido agradable de leer y eso es lo importante.
Mi calificación: 9 / 10. Suerte con los otros jueces y gracias por haber participado.
Re: ¿Habrá alguien que entenderá...?
En general siento que fui bastante especial dando mis críticas a los escritos de la actividad, será porque el horror es un género que disfruto bastante, en especial si está bien logrado.
La historia como tal es estimulante, tiene una rareza que perturba, descripciones buenas que te invitan a desarrollar más de una idea a lo largo de la lectura, y en general la ortografía está decente. Sincerándome, si hubiera leído esto sin ser jueza, hubiera dado un comentario muy positivo, lleno de gusto, pero no es el caso. Resulta que encontrarme con un escrito que no es malo, pero que siento no va acorde al objetivo del concurso, me decepciona. Y es que tu one-shot sin ser normal, tiene un drama que a pesar de lo anterior dicho, no termina de gustarme.
No siento que valga la pena darte una crítica como tal, porque no es el escrito que esperaba a calificar. Yo esperaba un escrito con el género de horror, y venía mentalizada para sacar a flote cualquier punto que debiera mejorarse sobre ese género, pero aquí tengo drama.
Mi puntuación es un 5/10, te doy el cinco porque fuera de todo es original y por la buena ortografía, pero hasta ahí.
Saludos.
La historia como tal es estimulante, tiene una rareza que perturba, descripciones buenas que te invitan a desarrollar más de una idea a lo largo de la lectura, y en general la ortografía está decente. Sincerándome, si hubiera leído esto sin ser jueza, hubiera dado un comentario muy positivo, lleno de gusto, pero no es el caso. Resulta que encontrarme con un escrito que no es malo, pero que siento no va acorde al objetivo del concurso, me decepciona. Y es que tu one-shot sin ser normal, tiene un drama que a pesar de lo anterior dicho, no termina de gustarme.
No siento que valga la pena darte una crítica como tal, porque no es el escrito que esperaba a calificar. Yo esperaba un escrito con el género de horror, y venía mentalizada para sacar a flote cualquier punto que debiera mejorarse sobre ese género, pero aquí tengo drama.
Mi puntuación es un 5/10, te doy el cinco porque fuera de todo es original y por la buena ortografía, pero hasta ahí.
Saludos.
Rania-
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