Rumor has it

Rose Weasley buscaba entre los compartimientos del tren a su mejor amiga, con ese paso grácil y superior que siempre la había caracterizado. El paisaje cambiaba rápidamente debido a la velocidad en la que iba la locomotora, por lo que la chica tuvo que desviar la vista de la ventanilla sino quería marearse. Un par de ravenclaws la piropearon al pasar, aunque estaba acostumbrada a eso, desde que iba en quinto que pasaba aquello. Solo sonrió de medio lado y siguió su camino, con dirección al último vagón. Como lo suponía, una rubia se encontraba recostada en uno de los asientos, reproductor en mano y con los ojos cerrados. Escuchando música, como siempre.

Abrió sigilosamente la puerta del compartimiento, sin dejar de observar cómo la rubia movía las manos como si estuviera rasgueando algo, más precisamente, una guitarra. Porque si, ella era la guitarrista de la banda que habían creado junto a su otra mejor amiga y prima, Lily, banda renombrada en las más populares fiestas que se organizaban en el castillo, y que había tomado el nombre de "Las Problemáticas", porque si, Rose Weasley y compañía eran unas chicas problemáticas, aunque a vista del consejo de profesores y director, no lo fueran.

Se sentó con tranquilidad y, sacando un grueso libro, se sumergió momentáneamente en las tragedias de Shakespeare, uno de sus grandes inspiradores y mentores como escritora que era. Porque si, también ella era por así decirlo una come-libros, y no se avergonzaba de ello aunque más de una vez se lo restregaron en la cara, es más, estaba orgullosa, porque si no fuera por eso, nunca Lily y Faith le habrían instado a que sus letras tuvieran melodías y naciera "Las Problemáticas".

Dos minutos después, la rubia abría los ojos lentamente, pero al ver a la pelirroja sentada tranquilamente frente de ella, con un silencio de ultratumba envolviéndola, tal vez desde hacía rato, cayó de bruces al suelo de la sorpresa. La ojiazul le dirigió una mirada de reojo con el semblante tan hermético como siempre, para luego volver a enfrascarse en su lectura. Cuando la rubia se hubo levantado y sacudido del polvo, pronunció con voz casi siseante y fría:

-Sé que te mueres por reírte, Rose, así que hazlo de una vez antes de que explote por este silencio de mierda.

La susodicha observó los ojos violeta de la rubia y se largó a reír de forma súbita, una risa escandalosa pero contagiosa que logró envolver a su amiga y que se uniera. Era de las pocas risas sinceras que mostraba, y siempre era en la intimidad de sus personas favoritas. Nunca fuera de ellas, que eran poquísimas. Ambas volvieron a mirarse y volvieron a reír, como si las palabras casi desdeñosas que la rubia había dicho antes no tuvieran significado para ella. Así eran a veces, no porque no supiera demostrar afecto, sino porque les hacía gracia practicar un poco el sarcasmo ponzoñoso que las caracterizaba a ellas, las serpientes más populares de Hogwarts. Porque sí, eran serpientes.

Faith Rosenzweig había nacido en una famila de lo que se llamaban "sangres limpias" un largo linaje de slytherins que había permanecido imperdurable desde tiempos inmemoriables. Pertenecía a una de las familias más acaudaladas y ricas de Alemania, y junto a sus padres se había mudado al barrio más exclusivo del Londres mágico debido al negocio empresarial de su padre a los séis años. Es por ello que la mitad de su infancia la pasó en la bella ciudad de Berlín, y la segunda parte de su infancia y adolescencia en el solemne Londres. Cuando le llegó la carta de Hogwarts sus padres agradecieron que estuvieran instalados en el mismo Londres porque así se ahorraban el largo viaje de traslado desde Alemania hasta King Cross más aún en una niña de tan solo once años. Un día en el callejón Diagon, comprando sus útiles para el colegio conoció a Rose. La morena estaba frente a la lechucería contemplando admirada a una hermosa águila de plumaje dorado, que revoloteaba de tanto en tanto en su perchera. En ese instante sus padres le habían llevado directamente donde la niña pelirroja estaba, diciéndole que podría elegir el ave que más quisiera como regalo de iniciación por entrar a Hogwarts. Cuando entraron, se encontraron no solo con la niña pelirroja, sino con los padres de ésta. La situación: la niña pidiendo encarecidamente que le compraran el águila, un padre conforme y una madre dubitativa. Los padres de Faith centraron su atención en la niña, había algo especial y único que ambos no sabían descifrar, pero que sin lugar a dudas era igual que lo que su Faith tenía. La rubiecita en tanto, también observaba a la niñita pelirroja, pero de forma mucho más indisimulada de sus padres. La madre de la niña no quería ceder. El padre estaba más que emocionado con la idea de que su brillante hija tuviera un águila, ave digna de la inteligencia que su hija ostentaba, herencia de su madre, Hermione Granger, aunque no quisiera hacer alarde de ello. La madre por otro lado era como todas las madres eran: un poco exageradas, pasadas de películas, de horrores. Decía que era muy pequeña para tener un águila, que tal vez cuando fuera algo más grande podría tenerla, que era mucha responsabilidad. Pero la niña no aceptaba eso como respuesta. La rubiecita de Faith pensaba que la niña ya largaría a hacer un berrinche, pero la frase decidida y segura que dijo aquella morenita de solo once años la dejó alelada.

-Entonces hagamos un trato madre: si me compran el ave, prometo sacar extraordinario en todas las materias, incluso en Pociones, que tu sabes, las detesto. Si no cumplo con lo dicho puedes devolver el animal a la tienda, no haré ningún reclamo. Si cumplo, el ave definitivamente queda para mí. ¿Qué dices?

Qué carácter. Faith recordaría esas palabras como el sello de su complicidad y amistad entre ella y Rose, porque la chica siempre fue una mujer de palabra, por más slytherin que fuera. Los padres de Faith también se sorprendieron de la solución ingeniosa y madura que había tomado la niña, y, con una sonrisa cada uno en sus rostros, cayeron en cuenta qué era lo que esa niña tenía de parecido en su hija; era tan astuta como su Faith, solo que de una forma mucho más racional y fría que su hija, que era algo más impulsiva. Como suponieron, el ave quedó para ella. Y como la misma Faith pudo comprobar, la pequeña pelirroja cumplió su palabra. Fue la mejor de su promoción.

Cuando se vieron en el expreso, la rubia no dudó en hablarle a la ojiazul. Y ésta, no dudó en entablar una conversación con ella. De allí, fueron las mejores amigas de la vida. Las mejores, tanto en buenas como en malas, en cualquier situación, aún cuando una no estuviera de acuerdo con la otra.

Rose Weasley en cambio, había nacido en una familia de magos mestizos, por lo que su sangre no estaba tan "limpia" como la de Faith. Sin embargo eso no fue motivo para que fueran amigas y después mejores amigas, ni para que ella quedara en Slytherin. Porque sí, como se había dicho, ella había acabado en la casa de las serpientes a pesar de que toda su familia había estado en Gryffindor o alguno que otro en Ravenclaw. Los primos que aún estaban en Hogwarts cuando ella ingresó quedaron en estado de shock cuando la pequeña Rosie fue proclamada una serpiente. Una sarta de chiflidos en desacuerdo nació en la garganta de ellos, pero eso no les hizo darse cuenta que la pelirroja, lejos de estar aterrada por haber caído entre el nido de serpientes, se mostró conforme y satisfecha. Más aún porque Faith también había sido seleccionada para Slytherin.

Los primeros años no fueron fácil para ella. No es que fuera una santurrona ni nada por el estilo, el que sacara excelentes notas no dictaba que no se divirtiera, pero el rechazo de algunos miembros de su familia al enterarse de la noticia de su casa le hizo difícil la relación con sus demás compañeros, y también el hecho de que los slytherins y los gryffindors no se llevaban bien y que, hubiera una infiltrada "gryffindor" en la casa de las serpientes no les cayó muy bien a éstas últimas. Solo con la ayuda de Lily, su prima y Faith, su mejor amiga, con los años pudo armarse una reputación de la que hoy en día, en séptimo, estaba orgullosa. Pero no es que todo fuera miel sobre hojuelas para ella, no: si no fuera por otro incidente que tuvo en quinto, nunca sería la que era hoy en día.

No solo se había ganado aliados, admiradores y seguidoras, sino que también unos cuantos enemigos. Y entre ellos estaba Scorpius Malfoy, que una vez fue amigo de ella. De eso hacía tiempo y a la pelirroja no le gustaba recordar aquellos momentos de antes. Para ella, su vida había comenzado desde que estaba en quinto. Así eran las cosas.

Horas después apareció Lily Potter, con cara de pocos amigos. Una mirada bastó para que la rubia y la morena la dejaran despotricar a boca de camionero al insoportable mejor amigo número dos de su hermano, que no la había dejado tranquila y que había impedido que se fuera del compartimiento que estaba hasta ese momento. Si no fuera por el acuerdo que había hecho con su hermano de soportarlo y llevarse bien ya lo habría desmembrado. Y por tener que aguantarlo, no había podido salir de ese infierno.

Luego de unos minutos, ambas chicas notaron el cambio de humor en el rostro de Lily, por lo que pudieron dar por terminado el minuto de berrinche de la chica y poder comenzar a hablar sobre la fiesta que se daría esa noche en la torre de Gryffindor. Ellas abrirían el espectáculo y tenían que impresionar al público con sus avances en el verano y las nuevas canciones.

-Hay una canción eso sí que nos gustaría que cantaras esta noche-comenzó a decir Faith, hablando por ella y Lily-sé que no es fácil para tí cantar esa canción porque dice mucho de lo que pasó en el pasado pero... ¿qué mejor que darle una patada en el culo a Malfoy cantando esa canción y luego "Para tí"? Es una buena combinación, más aún con lo que supimos que dijo este verano en la fiesta en la casa de tu primo Albus. Dijiste que le demostrarías quién eras, ¿no?

Rose las observó a ambas, con la mirada ensombrecida como si una tormenta comenzara a amenazar en su rostro. Sabía de qué canción hablaba, era la única de su repertorio que era algo romántica. Sin embargo, para sorpresa de ambas, asintió, a sabiendas de que por mucho que no quisiera, ese dolor había florecido de forma hermosa en la canción.

-Entonces está decidido. Esta noche, romperemos en la fiesta de Gryffindor.