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Cobardía.

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One-shot Cobardía.

Mensaje por Alex Beckhamm Sáb Mayo 10, 2014 1:36 am

Género: Romance.
Clasificación: +13
Total Capítulos: 1.

Cobardía.


El sonido de las gotas de lluvia golpeando insistentemente la ventana logró relajar el cuerpo de Vanessa. Era tranquilo, la música de la naturaleza tenía ese efecto sobre ella. Se acurrucó entre las sábanas y pataleo un poco, tratando de calentar el colchón en el que estaba acostada. Estaba frío y solitario, nunca le había gustado dormir en una cama doble por eso. Tenía mucho espacio libre, y el calor de su cuerpo no era suficiente para mantener el de la cama.

La alarma de su celular llegó a sus oídos de una manera que logró ponerla incómoda, pero la canción contagiosa que había escogido la convenció a dejar que la alarma sonara unos segundos más, sólo lo suficiente como para que lograra deleitarse con el sonido de la guitarra en armonía con la voz del cantante.

Finalmente se deslizó fuera de la cama como una oruga. Entorno a sus brazos seguía aferrándose a la sábana y su cuerpo se arqueó dolorosamente cuando la mitad del cuerpo se encontraba sentado en el piso y la otra parte sobre la cama aún. Con un quejido dejó ir las sábanas, molesta por tener que levantarse y feliz por haber logrado su cometido del día. No se consideraba como una dormilona, ni de cerca, ya que su tendencia era dormir aproximadamente cinco horas como mucho y lograba tener energía para enfrentarse a otro día de escuela. No obstante, un sábado prefería levantarse un poco más tarde de lo usual para recobrar el sueño perdido entre semana.

El sonido de varios golpes contra una ventana logró que su vista se enfocara en la suya propia, pero mirando al paisaje fuera de este.

Ryan le saludaba desde la ventana de la casa de al lado con una sonrisa animada. Agitaba la mano a modo de saludo con más energía de la que Vanessa tendría en todo su día acumulado.

Le sonrió suavemente, aun sabiendo que por culpa de la lluvia que distorsionaba su vista Ryan no alcanzaría a notar el gesto de la chica. No tenía la intención de que la viera sonreír; demasiado vergonzoso para ella. Más aún cuando después de toda su vida conociéndose nunca se había comportado como una enamorada junto a él.

Sacudió la cabeza, tratando de alejar ese tonto pensamiento de ella.

¿Enamorada? ¿Vanessa Montgomery había dicho que estaba enamorada?

Definitivamente, esos dulces que había comido antes de dormir le habían hecho soñar cosas extrañas.

.

Luego de varios intentos de aplacar la salvaje cabellera que tenía, Vanessa se rindió. Las reglas de su cabello eran siempre iguales: Primero, su cabello tenía vida propia, y por eso, él mismo decidía si iba a ser manejable o no. Y, segundo, el cabello odiaba a Vanessa, así que en el día que quisiera tenerlo ordenado, no lo estaría. Punto final.

No hizo ningún esfuerzo para arreglarse. Al fin y al cabo, era sólo otro aburrido sábado en el que tendría que actuar como tutora particular para el mono sin cerebro que era Ryan.

Se enfundó en unos pantalones oscuros y una sudadera blanca que le quedaba grande, el perfecto traje para sentirse cómoda en casa y no morir de frío. Generalmente su mejor amiga se quejaba de que siempre vestía colores demasiado fríos, pero a Vanessa no le importaba. Esos colores chillones que vestía la gente le daba dolores de cabeza, así que prefería los colores con los que se sentiría a gusto.

Bajó las escaleras en varios saltos, y se encontró a Ryan sentado en la silla de la cocina, comiendo su desayuno.

Su desayuno. El desayuno de Vanessa.

—¡Bestia salvaje! —exclamó Vanessa, acercándose a él en pocas zancadas. Le arrebato el plato a Ryan antes de que pudiera reaccionar—. ¡Largo de aquí, mono!

Ryan rio ante la reacción de Vanessa y se inclinó hacia atrás, acomodándose, sin siquiera presar atención a que básicamente lo estaban echando a patadas del lugar.

—Tú misma me dijiste que viniera temprano —dijo—. Te ofreciste a ayudarme con la tarea.

—Nunca dije que te comieras mi desayuno, imbécil —siseó Vanessa, mirándolo con los ojos entrecerrados.

Vanessa era una persona muy tranquila, a veces intimidante. Pero nadie se metía con su comida. El desayuno, y cualquier otra comida del día eran el momento sagrado del día. Como cualquier persona normal, necesitaba energías, y sólo era capaz de conseguirlas a través de buena comida.

Miró su plato y sollozó fingidamente.

—¡Y era huevo con salchicha! —gimió.

—Estaba rico. —Ryan se encogió de hombro, restándole importancia. Recibió un golpe en la cabeza de parte de Vanessa—. Y como siempre, eres toda una amazona. ¿Qué tan difícil es compartir tu comida? —se quejó.

Vanessa frunció el ceño, claramente molesta.

—Sabes que me puedo ofender, ¿verdad? —rezongó—. Si no te habías dado cuenta, soy mujer, y me ofendo con ese tipo de cosas.

Antes de que Vanessa pudiera reaccionar, se vio atrapada entre Ryan y la mesa, sin tocarse. La miró fijamente, cruzando sus ojos cafés llenos de seriedad con los verdes sorprendidos. Se acercó más a ella, apoyando sus manos sobre la mesa para tener equilibrio. Pero no se atrevió a tocarla. Estaba cerca, lo suficiente como para sentir que la distancia que había entre ellos, aquella que habían creado durante toda su vida con la patética excusa de la importancia de su amistad, le ardía e incomodaba. El olor del oscuro cabello de Vanessa pudo haberlo embriago si no hubiera sido por el fastidioso olor a huevo que se encontraba cerca, específicamente en el plato que Vanessa sostenía en una mano.

Ryan sabía que Vanessa era mujer, lo tenía muy claro. Pero también era su mejor amiga, la única persona que podía comprenderlo y salvarlo del hueco sin fondo en el caía por estupidez. Era su consciencia y su medicina, si podía ponerlo más claramente. Sabía, muy en el fondo, que por muy fuerte que Vanessa fuera, él podía dañarla, porque las personas las que más quieres son las que más daño te pueden provocar.

Precisamente por ser mujer era que Ryan no se atrevía a tratarla como tal: Temía entrar en el único pozo sin fondo del cual Vanessa no podría salvarlo, ya que ella misma sería la causante.

Una sonrisa burlona apareció en su rostro después de caer en cuenta de una cosa.

—Lo siento —dijo—, pero no te comportas como una. Eres más una amazona, una bestia glotona salvaje que mata con sus garras, en vez de una mujer.

La única manera de no caer, era reforzando aquella pared que los separaba, rompiendo el corazón de Vanessa con sus palabras todos los días, como un clavo enterrado en su corazón, que con cada palabra y martillazo, se enterraba más y más, hasta llegar al día en que nunca llegaría a sanar. Estaría tan enterrado que nadie sería capaz de sacarlo; ninguno de los dos se atrevería a seguir adelante con esa posibilidad.

Vanessa gruñó e intentó asestarle un golpe, pero Ryan rápidamente se desenlazó, arrancando el plato de sus manos en el proceso. Se dio la vuelta y caminó con el plato en sus manos.

Para provocarla, volvió a comer un poco de su comida y le guiñó un ojo, sabiendo que ella se enojaría más aún.

—¡Eres un idiota! —gritó.

Ryan hizo una reverencia con una sonrisa divertida pintada en la cara.

—Gracias por recordármelo, Señorita —dijo con tono elegante. Se alejó dando saltos por la cocina en dirección al segundo piso mientras reía de la cara roja de furia de Vanessa—. Oh, perdón. ¿Debería decir amazona?

—¡Largo de mi casa, Ryan McCord! Puedes ir despidiéndote de tu tarea, animal sin cerebro.

La risa de Ryan desapareció cuando llegó al segundo piso, dejando a una furiosa Vanessa en la cocina y con su barriga gruñendo de hambre.

Quizá, sólo quizá, lograrían olvidar entre gritos e insultos aquellos sentimientos desbordantes que en silencio los había consumido a ambos al sentir sus cuerpos tan cerca, sus corazones latiendo desenfrenadamente, a un ritmo melódico que los conectaba.

Esa era su forma de evitar caer en el más temible de los pozos sin fondo. Porque eran unos cobardes, y no querían sufrir más.

Notas de Autora (?):


Última edición por Alex Beckhamm el Sáb Mayo 10, 2014 12:11 pm, editado 1 vez
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One-shot Re: Cobardía.

Mensaje por Ela McDowell Sáb Mayo 10, 2014 2:21 am

Por Aslan. ¿Es en serio? ¿Cómo es que, siendo tan poco romántica, logres escribir historias tan bellas de dicho género? Su sutil simpleza fue sumamente encantadora. Narración, redacción, gramática, todo agradable a la lectura. Tienes dedazos, sí, repites palabras de vez en cuando, sí, te saltaste de la tercera persona de Vanessa a la de Ryan sin ningún intervalo de forma incorrecta, sí. Pero, ¿a quién le importa?  Son sólo detalles que con el tiempo se mejoran, tenlo por seguro.

Esa era su forma de evitar caer en el más temible de los pozos sin fondo. Porque eran unos cobardes, y no querían sufrir más.

Eso último me mató. Me dejó con un agridulce sabor en la boca, además de una punzada de gran sentimentalidad en el pecho. Es triste que esos casos se den hoy en día, y me molesta en sobre manera leerlos. Aunque en este relato me pareció que encajó perfectamente. ¿Por qué no me gustan? Soy una romántica empedernida y lo sabes. Amo los finales felices, y a la vez los detesto porque son muy reiterativos. Sin embargo, no dejo de leerlos. ¡Ash, quién me entendiera!

En fin. Vanessa y Ryan hacen una hermosa pareja. Me encantó el resultado del reto, por lo que pienso que debería colocarte algunos más a menudo.
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