Ambientación para posible fic

¿Quiénes somos? Somos los habitantes del imperio de Albea… ¿De donde venimos? No lo recordamos. A pesar de que nuestro pueblo debe haber tenido un enorme e importante pasado lo perdimos todo a manos de nuestros enemigos ancestrales pero finalmente hemos resurgido de las cenizas de nuestra marchita civilización, nos levantamos contra el mundo, nos rebelamos y ganamos… somos el imperio de Albea, habitantes supremos de Scyphus y nada ni nadie del mundo conocido puede detenernos. Esta es nuestra historia:

Años, décadas, siglos o incluso milenios atrás, fuimos una próspera civilización que eclipsaba al mundo, con nuestra propia cultura, religión, nuestra propia fuerza y creencias… pero todo se había derrumbado y de aquello nuestros enemigos y opresores se habían hecho cargo de manera muy eficiente. Desde que nacían los nuestros en aquellos tiempos se les enseñaba que eran esclavos en aquel reino, nada mucho más lejos que meros objetos, posesiones de los habitantes de Zenoras, el país que nos impuso su yugo y eliminó nuestras raíces, nuestra historia y no dejo nada de ella para que pudiéramos decir que teníamos una identidad, aquellos que nos lo robaron todo. Mucho tiempo pasó, trabajando en aquellas tierras repletas de minas, explotando el subsuelo desde que los nuestros eran niños, extrayendo los metales preciosos y las gemas hasta que caían muertos por el esfuerzo o se derrumbaban las paredes de aquellos agujeros excavados en el suelo. Como perros sumisos obedecíamos y excavábamos, nunca nos rebelamos, no estaba en nuestra naturaleza, no en aquellos momentos de nuestra existencia.

Y entonces, hace ya setecientos años, la noticia de que una nueva tierra más allá del mar había sido descubierta sacudió el mundo entero y Zenoras fue la primera en poner un pie en el lugar y reclamarlo suyo. Millones de esclavos fueron transportados, hacinados en las bodegas de los barcos, hasta estas tierras recién descubiertas, se necesitaba mano de obra que explotase los inmensos recursos naturales de aquellos parajes que habían permanecido intactos. Por supuesto aquellas tierras ya pertenecían a otra gente pero a Zenoras no les importó esclavizarlos como habían hecho con nuestro pueblo, total su sociedad era casi inexistente, eran pueblos errantes, cada uno con una cultura distinta y y muy atrasados en comparación a Zenoras… incluso nosotros que éramos esclavos los veíamos como si no fueran más que simples animales, aunque aquellos animales tenían más espíritu de libertad que nosotros, pero jamás llegaron a conseguir nada aparte del castigo de sus nuevos amos. Nuestra vida era un reflejo de la anterior, pero el trabajo se dobló y se intensificaron los castigos que se imponían a aquellos que no podían continuar trabajando lo que se les exigía y todavía seguíamos sin levantarnos… hasta que por fin llegó él, el que nos enseñó que debíamos alzarnos, el primero que levantó un arma en contra de los opresores y aquel que liberó las cinco regiones que formarían el imperio de Albea.

Loryn fue la bendición que recibió nuestro pueblo, ya desde pequeño era alguien diferente del resto de los esclavos, era el regalo que aquellos dioses que antaño habíamos adorado. Hijo de unos esclavos y bajo el yugo de los mismos amos que el resto de gente, a pesar de esto Loryn siempre fue alguien especial, con una mentalidad completamente diferente a la del resto de esclavos y con un poder oculto mucho mayor que el de cualquier persona. Ya desde pequeño sus palabras y sus ideas eran extrañas, hablaba de libertad y de una gran nación en la que su pueblo prosperaría hasta la cima. Su fama se extendió conforme el muchacho crecía y los simples comentarios se convirtieron en reuniones clandestinas y finalmente en grandes discursos públicos. Sus palabras hicieron que el miedo que causaba el reino de Zenoras menguara y que los esclavos se volvieran cada vez más osados. Los amos trataron de acallar a Loryn de forma pacífica pero este no aceptó las ofertas, fue entonces cuando Zenoras decidió forzar su miedo sobre los esclavos, llevándolo a un límite en el que ya no importa cuanto miedo impongas, la desesperación y las promesas liberadoras serán mayores. Uno de los sucesos más trágicos de nuestra historia: la Noche de la Inocencia Perdida, en la que miles de niños esclavos fueron sacados de sus camas y asesinados frente a los ojos de sus familiares. Una generación al completo de nuestros hermanos se perdió aquella noche pero también ganamos la libertad. Se dice que cuando la sangre de los niños bañó de rojo la tierra que nosotros habíamos trabajado para nuestros amos, un grito desgarrador se escuchó en todo Scyphus, más doloroso que el llanto de todas las madres que habían perdido a sus hijos aquella noche, como si el dolor acumulado durante siglos de todos los esclavos fuera liberado en aquel momento como una declaración de guerra: El Llanto de Loryn. Nuestro salvador salió de su hogar empuñando la espada ensangrentada de un soldado de Zenoras, en el interior de la pequeña casa yacían los cuerpos sin vida de la mujer de Loryn, su hijo y de aquellos soldados que habían cometido tal atroz crimen, en sus ojos solo había lágrimas y un dolor inmenso, tenía apenas 20 años cuando perdió todo cuanto tenía en su pobre condición… ya no le quedaba nada… excepto una tarea. Con la espada en alto cargó contra los infanticidas de aquella ciudad, y miles de esclavos le siguieron regando la tierra, por primera vez, con la sangre de los hijos de Zenoras.

El periodo siguiente comprendería los 30 años que duró la llamada Guerra de la Libertad, en la que una por una las comunidades esclavas comenzaron a levantarse al escuchar la llamada de Loryn y su ejército de esclavos. El reino de Zenoras no dio su brazo a torcer ante una multitud de esclavos rebeldes sin apenas formación militar y confió evidentemente en su superioridad y ese fue su error. Como si hubiera sido instruido por los mejores maestros, Loryn encabezó a los esclavos en aquella guerra con un talento sin igual, los organizó, los lideró y los mandó en batalla. Fueron pocas las derrotas que sufrió este ejercito de esclavos y sus enemigos cada vez veían con mayor temor aquella revuelta. Fue también durante estos años cuando Loryn acogió a cinco niños bajo su protección, los cinco huérfanos que más tarde se convertirían en los cinco Guardianes del Imperio: Enyo, Aletia, Landstar, Ditria y Draik. Pocos fueron los años de paz que se llegaron a pactar dado que el tremendo orgullo de los opresores les impedía aceptar una tregua con nuestro pueblo por demasiado tiempo, pero fueron suficientes para que las ciudades conquistadas bulleran de vida otra vez, esta vez poblados por los antiguos esclavos como hombres libres. La guerra volvió a estallar y la sangre volvió a manchar las tierras de Scyphus pero para nuestra suerte ahora contábamos con la fuerza de los cinco discípulos de Loryn que al igual que su maestro combatían con una habilidad sin igual, las derrotas desaparecieron y las victorias eran aplastantes. Finalmente, 120 años después de la colonización de Scyphus, Zenoras se rendía ante los que antaño fueron sus esclavos y abandonaban el continente.

¿Qué íbamos a hacer a partir de aquel entonces? Éramos un pueblo libre por primera vez en siglos, apenas sabíamos nada para poder salir adelante y recurrimos de nuevo a nuestro anterior salvador: Loryn. Le coronamos como nuestro emperador y el unió todos los territorios esclavos en un único y gran país llamado Albea y asignó a cada una de sus regiones a uno de sus discípulos como Guardián, para su protección y dirección. Aquel día fue en el que verdaderamente nacimos como un pueblo. Bajo el mandato de Loryn crecimos rápidamente y además, el descubrimiento del uso de la magia por parte de la Guardiana Ditria a partir de los ritos chamánicos de los pueblos indígenas de Scyphus facilitó el crecimiento del país que en poco tiempo pudo equipararse a cualquiera de las otras grandes potencias que poblaban el mundo. Por supuesto no todo fue fácil por aquel entonces, la venganza de Zenoras no se hizo esperar y fueron muchos los intentos de reconquista que trataron de llevar a cabo, también hubo muchos conflictos con los indígenas de aquellas tierras que trataban de recuperar la tierra que decía pertenecerles, pero los Guardianes y el mismo Loryn detuvieron todo intento de hacer caer aquel proyecto.

Pasaron los años y las fronteras se aseguraron durante un tiempo, podría decirse que nada podía ir mejor que en aquel entonces, pero fue en ese momento cuando de buenas a primeras el primer emperador, Loryn, desapareció sin dejar ningún rastro. Fueron los Guardianes quienes dieron aquella noticia a la gente y aun se piensa que ellos fueron los únicos que sabían cual era el paradero de Loryn. El pánico cundió rápidamente, sin un heredero legítimo ¿Quién sería el que gobernara aquel país? Los Guardianes trataron de mantener la calma en sus respectivos territorios con bastante éxito, pero fue entonces cuando apareció un heredero al trono de Albea. Draik, el Guardián de Elliria y el más joven de los Guardianes, declaró públicamente que él era el hijo de Loryn y por lo tanto el único y verdadero emperador de Albea. Aquella noticia no causó tanta conmoción como podría haberse esperado pues era un rumor que gran parte de la población conocía, la edad del Guardián encajaba con la posibilidad de que Loryn hubiera tenido un hijo durante la Guerra de la Libertad tras el fallecimiento de su mujer y su primer hijo, además de ciertos rasgos similares, el conocimiento general de que él era el Guardián más cercano a Loryn y el hecho de que Loryn crió al niño desde que era un bebe, todos los datos apuntaban a que verdaderamente era el descendiente de Loryn, aunque no había forma de comprobarlo. Como fuera la mayoría de la gente aceptó aquel hecho, quizás simplemente porque su mayor problema se había solucionado pero los otros cuatro Guardianes aun no habían dado su opinión. Aletia, la Guardiana de Daluria, apoyó rápidamente las afirmaciones de Draik, pero fue la única que mostró aquella actitud, Landstar, el Guardián de Etrur, no aceptó que fuera Draik quién ascendiera al trono, aunque tampoco negó que fuera hijo de Loryn, Enyo, el Guardián de Cesernya, negó en rotundo que aquel hombre estuviera emparentado con Loryn, aunque bien era conocida la rivalidad existente entre ambos Guardianes, Ditria, la Guardiana de Rhydilir, simplemente prefirió permanecer en silencio. Las tensiones entre los territorios se hicieron casi insostenibles pero al final no se llegó al conflicto armado para no manchar el logro de Loryn con la sangre de su propia gente, aunque la ruptura del gran imperio fue imposible de detener.

Nos separamos en cinco territorios, cinco naciones, aunque la unión política de Elliria y Daluria aun pretendía mantener a flote aquel próspero ideal llamado Albea. Los cinco guardianes fueron falleciendo uno tras otro y sus herederos se convirtieron en la cabeza de sus respectivos países, crecieron olvidando que es lo que habían sido, alimentándose de la arrogancia y del deseo de acaparar más poder. Con cada generación aquel recuerdo de un mismo pueblo se fue desvaneciendo en la memoria de los gobernantes, que solo era recordado de vez en cuando con los periódicos ataques del viejo imperio de Zenoras, hasta que, finalmente, todos decidieron dar un paso más allá de las fronteras que sus antepasados habían marcado. Y dos siglos después de la desaparición de Loryn, la sangre, la cultura, los lazos que nos habían unido a todos se habían olvidado, y derramamos la sangre de nuestros hermanos, todos alegando un objetivo glorioso pero al fin y al cabo, solo deseaban satisfacer sus ansias de poder. Los ejércitos de los cinco países chocaron, bañando de sangre el continente en una cruenta guerra donde las enemistades que se llevaban acumulando durante décadas se liberaron. No hubo guerra que deba avergonzarnos más que aquella en la que casi destruimos nuestra civilización. Rhydilir fue la primera en sucumbir, acosada por todos los flancos y sin más lugares a los que replegarse que aquel gigantesco e inhóspito bosque que nos separaba del resto del continente, aquel bosque del cual provenían las beligerantes tribus indígenas y las pesadillas del otro lado del continente. Cuando un ataque masivo por parte del reino de Etrur se adentró en el territorio de Rhydilir, aplastando toda oposición que encontraba a paso, la reina del territorio atacado suplicó ayuda a Elliria a cambio de hincar la rodilla frente a él y unirse a lo que quedaba del Imperio. Elliria no se demoró en prestar ayuda tan interesada y con un ataque brutal rechazó al enemigo. Rhydilir fue el primer país en rendirse, pero décadas después le seguiría el reino de Etrur cuando depuso las armas tras haber perdido gran parte del territorio y su último bastión se encontraba asediado por los ejércitos conjuntos de Elliria, Rhydilir y Dalluria. Solo Cesernya resistió los continuos ataques del Imperio.

Los primeros años tras la anexión de Etrur fueron convulsos, la continua guerra contra Cesernya, rebeliones en Etrur, la aberrante Marcha de los muertos… pero con el paso del tiempo se convirtió en una época de oro. Avances científicos, comerciales y sociales hicieron prosperar al Imperio, se construyeron grandes maravillas arquitectónicas, se declaró la igualdad entre hombres y mujeres en todo el Imperio y un tratado de paz con Cesernya sumió el continente de Scyphus en una relativa paz durante casi los dos siglos venideros. El imperio de Albea se parecía más que nunca a aquello que una vez fue, pero todo sueño siempre llega a su fin. Hace aproximadamente 100 años, el emperador de Albea, Loryn IV “El Inclemente”, quebró el tratado de paz con Cesernya e invadió su territorio. Decenas de miles de hombres y mujeres perdieron la vida en aquella guerra y regaron con su sangre las arenas de Cesernya, pero al final vencimos. El rey de Cesernya rindió la capital a Loryn, más este no se sintió satisfecho con solo aquello. Manchó el nombre de nuestro gran salvador pasando por la espada a toda la estirpe de Enyo, hombres, ancianos, mujeres, niños… solo los que lograron escapar a esa masacre sobrevivieron. A esta matanza le siguió un brutal saqueo del territorio para paliar las pérdidas y los gastos de la guerra. Cesernya, antaño un reino cuya prosperidad y poder eran mayores a los que poseían otros reinos, se sumió en la pobreza y en la decadencia más absoluta.

Han pasado ya décadas desde que Loryn IV murió y sus descendientes han tratado de arreglar aquella mancha como mejor han podido. La prosperidad ha vuelto, más no a Cesernya en cuyo territorio aun están vivas las llamas de la rebelión. Los grupos armados de rebeldes han iniciado una guerrilla en contra de los gobernantes que Albea a impuesto en la región por lo que la presencia militar es constante y los pequeños conflictos muy comunes. El viejo enemigo trató de lanzar un ataque a gran escala contra el imperio de Albea hace cinco años, más nuestros ejércitos los aplastaron nada más desembarcaron en la costa, haciéndoles volver allí por donde habían venido. Con la muerte de la última emperatriz, su hijo Lautrec fue quien se sentó en el trono de Albea. Por ahora su corto reinado se ha visto libre de incidencias graves pero los enemigos de Albea están en todos lados y los conflictos internos entre nobles, los grupos rebeldes de Cesernya y las constantes incursiones de más allá del Gran bosque vaticinan tiempos oscuros para el próspero imperio.

¿Quiénes somos? Somos los habitantes del imperio de Albea… ¿De donde venimos? No lo recordamos. A pesar de que nuestro pueblo debe haber tenido un enorme e importante pasado lo perdimos todo a manos de nuestros enemigos ancestrales pero finalmente hemos resurgido de las cenizas de nuestra marchita civilización, nos levantamos contra el mundo, nos rebelamos y ganamos… somos el imperio de Albea, habitantes supremos de Scyphus y nada ni nadie del mundo conocido puede detenernos. Esta es nuestra historia.