Ellos no lo saben [The Lost Canvas].

Paré la oreja de inmediato. Curioso rumor acababa de oír.

Nunca me hubiera imaginado que los más mocosos de la orden tuvieran pláticas tan… interesantes. Supongo que con Manigoldo haciéndoles compañía cualquier cosa podría salir al aire. Incluso de los menos esperados.

Si, hablaban de ti. Ya debería ir pensando en controlar su lengua.

Con menuda referencia; la virginidad, algo que ellos, salvo el tío de Cáncer, aún conservaban. O al menos eso asumía. Para ser un secreto a voces que recorría enteramente las doce casas zodiacales en menos de lo que se ponía el sol aquel par de niños hablaba del tema con tanta soltura como quien informando al patriarca de la aparición de espectros en las fronteras. Por su propio bien ya quisieran no haberlo ni pensado. ¿Por mi? No, no actuaría, solo les daría más motivos. Sino por ti. Me contuve la risa, confianza tenían de sobra si abrían la boca, no obstante habían de ser muy inteligentes si llegaran a sospechar que tu…

Joder, realmente voy a carcajearme.

“Creo que es el único que se mantiene firme en todo el Santuario”, había dicho el niño de Aries, apoyado por Libra, queriendo apaciguar las mordaces y filosas palabras de Cáncer, quizá también ahogando las risas por tanta ingenuidad junta. Si fueran conscientes de que sus abogaciones iban con las de perder probablemente dejarían seguir a Manigoldo con sus casi acertados argumentos.

¡Lo que hubiera dado porque oyeras esto, Dégel! Eres tan buen actor, que tu papel de santurrón inmaculado había logrado engañar a un par de mentes inocentes. Pero no hay mal que por bien no venga; la mayoría aún seguía con la idea de que tú todavía permanecías atado a aquella regla, cuando la habías quebrantado hace ya tanto…

Ilusos.

Si supieran de las noches en las que las gruesas gotas de sudor perlaban tu piel de nívea porcelana. Si supieran de esos gemidos cargados de éxtasis que dejabas pasear resonantes por todo tu templo sin pudor alguno. Si supieran de la destreza con la que te desenvolvías entre las sábanas, como una bestia desesperada por ser complacida. Si supieran de los sutiles y experimentados deslices de tus manos maestras volviendo a conocer las mismas sensaciones en un cuerpo ajeno. Si supieran de los rincones de tu anatomía ya marcados, explorados, explotados hasta el hartazgo. Si supieran de tus feroces besos estilo francés que dejarían a más de uno pedir por más. Si supieran cómo te transformabas en el opuesto de la persona que afirmas y te jactabas de ser; reservado, intelectual e impávido, y que sin embargo solamente era una máscara con la que ocultabas tu verdadero rostro. Tu naturaleza apasionada, la que nadie se esperaría de ti. No eran conocedores de nada. Y lo mejor, ignoraban la identidad del único al que dejabas presenciarlo, ignoraban que ya tenías dueño. Solamente uno disfrutaba de tus privilegios, y ese era yo, Kardia, guerrero del escorpión dorado.

Si, ellos no lo sabían. Pero tampoco tenían por qué saberlo.

Inspirado por la canción Ama no Jaku, versión SnK.
¡Gracias por leer!